Cuando camino, llaman mi atención los decorados de los jardines de las casas (también patios, balcones, entradas). Intuyo, por la presencia de duendes, tótems, hadas y conejos, que allí se desata cierta fantasía. La presencia de lo afro trabajando la tierra, en algunos espacios, indica otro cliché (¿racista, acaso?) inscripto en nuestras sociedades.
Como si estuviéramos en el país de las maravillas de Alicia, estas instalaciones en los jardines propician aquella ilusión de ‘bébeme y caerás en otro mundo’, horroroso o mágico, eso dependerá del brebaje.